La trufa es uno de los ingredientes más apreciados en cocina, que da un sabor muy característico a los platos, especialmente en el caso italiano, en que es bastante utilizada. El problema, algo que le da un valor añadido, es la singularidad del producto, que no es fácil de conseguir y mucho menos en grandes cantidades.
Existen dos tipos de trufas: blancas y negras. Discutir cuál de ellas es mejor sería una estupidez ya que las dos cuentan con magníficas propiedades que dan a los platos un aroma y un sabor bastante especial. En el caso de la trufa blanca el hecho de que solo se encuentra en ciertas regiones de Italia como el Piamonte o la Toscana hace de este hongo un producto único.
Su aplicación en cocina es muy variada pero cada vez con más frecuencia los grandes expertos en gastronomía limitan su uso, para mantener la exclusividad del producto y aprovechar al máximo su sabor y el resto de propiedades.
Además de su sabor, al tratarse de un hongo, igual que las setas, apenas tiene grasas pero sí contiene numerosas vitaminas y minerales como el magnesio, el fósforo o el potasio.
Queso, mantequilla, aceite o embutidos son algunos alimentos que trufados adquieren un aroma y un sabor mucho más delicioso. Las aplicaciones de este producto en cocina son muchas, anímate a probarlo y dale un gusto al paladar.
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